jueves, 7 de agosto de 2008

Jornada Temática (Parte IV): BUSCANDO UNA NUEVA FANTASÍA

Final Fantasy VII: El verdadero Final Fantasy.


Probablemente este sea el juego de la serie del cual más hable. Por muchos motivos. Por ser mi juego favorito. Por ser, probablemente, uno de los juegos más revolucionarios de la historia de los videojuegos –si obviamos los inicios de este medio de ocio, con los “Pong”, “Pac-man”, “Space Invaders”, “Tetris” y compañía-. Por triunfar como hasta ese momento no lo había hecho un juego en Japón, y por influir brutalmente en el mercado de América y Europa, donde el impacto fue terrible. Y, finalmente, por los “problemas” que causó su salida, con enfrentamientos entre compañías inclusive.

Ya desde antes de su misma aparición, este juego demostró que iba a ser muy diferente al resto. En un principio, y siguiendo con la tradición, iba a aparecer en la consola de Nintendo que triunfaba en aquellos momentos –en este caso la N64-. Sin embargo, el hecho de haber sido realizado aprovechando al máximo las tecnologías punteras del momento –inclusión de vídeos y gráficos 3D- produjo que los requisitos fueran considerablemente altos. Desde luego, el arcaico sistema de cartuchos de la consola de Nintendo iba a tener muchos problemas para ejecutar el juego. Así, aprovechando las discusiones, SONY apareció y consiguió hacerse con los derechos de la saga de rol. No hace falta decir que este sublime movimiento sería vital para aumentar todavía más el éxito de esta consola, sobretodo en América y Japón –en Europa apenas se conocía algo sobre los Final Fantasy, pero en un futuro cercano también se notaría la influencia- y, de paso, robarle algún consumidor a la compañía rival.

La gran baza de este juego, sin duda, fue el sorprendente argumento que poseía. Complejo, extenso y exigente como no se había visto antes en un videojuego. Una lucha a nivel mundial entre una macro-compañía y un grupo terrorista, que llega a desembocar en un enfrentamiento total entre “tecnología y naturaleza”. Pero aunque en un principio simplemente parecía que la historia iba a quedarse en esto, nada más lejos de la realidad. Pronto aparecerá el que será el verdadero enemigo, un hombre llamado Sephiroth, héroe de antiguas batallas, admirado y respetado a partes iguales, que descubrió cuál es realmente su ascendencia y, sabiendo qué ocurrió con su gente, decide tomar el camino de la venganza contra el planeta y toda la especie humana.

Cloud, el protagonista del juego, es un mercenario que anteriormente había sido miembro del grupo SOLDADO –grupo de élite perteneciente a la compañía SHINRA- y que, tras unos hechos acaecidos años atrás, se convertiría en un guerrero solitario que trabajaría al mejor postor. Y este postor sería precisamente el grupo terrorista AVALANCHA, que desea derrotar con todas sus fuerzas a dicha compañía la cual está explotando la energía de todo el planeta para provecho propio. Y así es como empieza la aventura… pero se debe recordar que sólo es eso, el comienzo de una odisea de proporciones colosales. Y es que según avancemos, comprobaremos que la trama se complica continuamente, según aparezcan nuevos personajes y sepamos más detalles de sus propias historias, añadiendo cada vez más información a la ya de por sí trillada trama.

Y ese es otro de sus puntos fuertes: los personajes. Ya en anteriores versiones de la saga se habían creado personajes bien definidos y cada uno con su respectivo pasado –sobretodo en la maravillosa sexta entrega-, pero en este caso el desarrollo de estas subtramas es todavía más complejo, entrelazándose en muchos casos y teniendo una relevancia notoria con respecto a la historia principal. Incluso los personajes ocultos –no es necesario encontrarlos para pasarse el juego- tienen su propio pasado y su descubrimiento permitirá aportar más información extra a la complicada trama. Pero hay todavía más. El hecho de que manejases a unos determinados personajes permitía aumentar la afinidad hacia ellos, gracias a lo cual podías descubrir aspectos de su pasado que desconocerías si no estuvieran en tu grupo. Esto conllevaba que, si decidías jugar con otros personajes en otra ocasión, podrías descubrir otras cosas diferentes, haciendo que la experiencia fuese distinta. O incluso si te daba por visitar un lugar en un determinado momento de la trama, podías lograr descubrir detalles que se podrían haber pasado por alto. Todo esto permite que, aunque te hayas pasado el juego infinidad de veces, es muy probable que en la siguiente partida vivas situaciones totalmente nuevas a las anteriores.

Pero no sólo la historia y los personajes han hecho de este un juego revolucionario. Hay otras muchas cosas a destacar. Otras innovaciones que hicieron de este juego una experiencia única hasta la fecha, una vivencia tan intensa que era capaz de dejarte sin aliento en más de una ocasión. Por ejemplo, cuando se realizaba un flashback o se narraba alguna historia del pasado, aún en esos momentos podías ser capaz de manejar a tus personajes y pasear por tus propios recuerdos con libertad. El hecho de poder manejar a Sephiroth en uno de ellos no tiene precio. Otro ejemplo, la enorme cantidad de extras del juego: monstruos que se pueden derrotar de forma optativa, lugares a visitar, historias que desentrañar, gente que conocer, magias y armas por descubrir, personajes nuevos que manejar… y, sobretodo, la visita de un parque de atracciones lleno de minijuegos y situaciones fuera de lo común que te permitirán alejarte por un tiempo de la “sufrida” misión y divertirte un buen rato sin exigencia ninguna.

Y, por último, no hay que olvidar la ambientación. Un mundo enorme, lleno de pueblos diferentes, de razas dispares y de lugares inverosímiles. Desde la futurista Midgar a la exótica Wutai, pasando por la turística Costa del Sol, la militarizada Junon, las humildes Nibelheim y Cañón Cosmo, la inhóspita Corel o el acogedor Valle de Íciclo, entre muchas otras. El hecho de visitar el anteriormente mencionado parque de atracciones o la misma Wutai, donde son casi ajenos a todo lo que ocurre en el exterior, es un claro ejemplo de la magnífica ambientación, haciendo de ese mundo algo vivo y complejo, en el que cada uno tiene sus propias preocupaciones y las cuales no siempre coinciden con las tuyas.

Este juego ha conseguido satisfacerme como nunca otro lo ha hecho. Me ha dejado recuerdos imborrables que nunca podré olvidar. Entre dichos recuerdos –uno de tantos- se halla la sensación de grandiosidad que sentí cuando, una vez se sale de la primera ciudad del juego –Midgar, una ciudad enorme y futurista- y contemplas el mundo exterior, te das cuenta de que pese a todo el camino que llevas a tu espalda “todo esto no es sino el comienzo de algo mucho más grande, algo de una enormidad que llega a abrumar”. Y es ahí cuando te das cuenta de lo que este juego promete verdaderamente. Pero atesoro muchos más recuerdos, grandísimos momentos vividos en el Mercado Muro de Midgar, o en Nibelheim, Canón Cosmo, las nieves del Norte y muchos más que no comento por no destrozar el argumento. Por supuesto, no me iba a olvidar del último video del primer CD. Probablemente la escena más impactante, bonita y dura que he visto jamás en un videojuego.

En fin. Me extendería mucho más, pero creo que ya es hora de pasar a los siguientes capítulos. Siento ser pesado, pero tenéis que entenderme. Cuando hablo de este juego, me embarga una emoción única. Cada vez que lo vuelvo a jugar desde el principio, me siento como si estuviera recordando algo que ha formado siempre parte de mí. Visitar de nuevo lugares a los que fui hará muchos años; ver a gente que conocí tiempo atrás; rememorar hechos que ocurrieron durante otra época de mi vida. Como cuando decides coger un álbum de fotos de tu infancia, en el que aparecen escenas de tu vida que siempre has recordado y recordarás, pero que nunca más podrás vivir de nuevo. Es el único nexo de unión con una parte importante de tu pasado, añoranza en estado puro, y es por ello que tiene un valor incalculable.