lunes, 7 de julio de 2008

Desde Mundodisco con dolor

No importa lo rápido que viaje la luz; siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando.
-- Terry Pratchett, El Segador.


Escribas falaces habitan en mi mente desempolvando evocaciones ficticias. Reescriben la historia a paso de liebre, torturándome en el centro de toda creación con precisión de cirujano, modificando mi consciencia como alimañas hambrientas de existencia e impidiendo que las reminiscencias genuinas vuelvan a erigirse como heraldos de mi personalidad. Tan sólo quedarán unos leves recuerdos. Recuerdos probablemente erróneos, diminutos islotes y fragmentos de tierra de lo que anteriormente era un concurrido archipiélago de historias, sentimientos y anécdotas. Pero que ahora se hallan en un mar oscuro e inaccesible que en muchos lugares recibe el apelativo de Olvido. Las luces de la conciencia se irán apagando metódicamente hasta que a la postre sólo permanezca una vieja y ajada bombilla para alumbrar el vacío que ahora mismo es mi mente.

Todo empieza cuando una vejez incipiente te visita de incógnito, entrando sin llamar a la puerta y acomodándose para no volver a abandonarte jamás. Sobrio y distinguido, señor de bastón y bombín, al principio cortés y elegante. No molesta ni llama la atención, por lo que al cabo del tiempo uno se olvida de él. O, más probablemente, él consigue que no repares en él. Y mientras, sonriendo con benevolencia, se dedica apocado a la tarea de hurtar y destruir todos tus tesoros abstractos y bienes preciados, benditos éteres que con ahínco has guardado durante tanto tiempo. Una vez concluida la tarea, te encuentras a su total merced, por lo que aquel ser anodino puede deshacerse del disfraz que le ha permitido llegar tan lejos sin ser descubierto. Su tarea más terrible ya está terminada, pero ahora comienza el verdadero suplicio, al menos para el resto de almas afines a la tuya. La tarea de infiltración y espionaje ha sido realizada con éxito y, desbaratadas las defensas, comienza la verdadera destrucción.

Ahora liberada, la Armada Invencible no se detendrá ahí y recorrerá con total impunidad todo el océano conocido, ejerciendo su derecho a saqueo, violación y tortura contra todo ser que navegue por estas aguas. No hay posibilidad de rendición ni de redención; no hay posibilidad de victoria. No hay posibilidad de salvación. Tan solo queda esperar a que llegue el fin de la agonía y el sufrimiento. De agachar la cabeza y resignarse a lo inevitable como haría una res en el matadero. Poco a poco, la desolación se apoderará de todo tu ser e, incapaz de reaccionar, serás testigo involuntario de los planes más perversos que te han sido reservados. Una vez vacío por dentro, se procede a la cruel decadencia externa, haciendo partícipes de tu dolor a todos los que te rodean y que presencian todo el espectáculo con desagrado e impotencia. Un espectáculo dantesco y surrealista, en el que los actores minan la moral del público mientras destruyen sin contemplaciones el escenario en el que están actuando. Un espectáculo en el que tú eres ese escenario.

Y, al final, no quedará nada.

Sólo la muerte. La anhelada muerte. Suspiros de alivio entremezclados con lágrimas de dolor. Los “por fin se acabó todo” comparten mesa con los “te echaremos mucho de menos”. Una situación hipócrita, pero a veces la hipocresía es la mejor salida. La única salida.


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Homenaje oscuro y que puede parecer cruel -y quizás lo sea-, pero le aseguro que no era esta mi intención Mr Pratchett. Probablemente me haya pillado en un momento de “bajón” y derrotismo poco inusual en mí. O quizás sea una cuestión de equilibrio. Para contrarrestar el humor que desbordas incluso en las peores situaciones. Sé que aun a la hora de tu muerte -¿me permite tutearle?-, estarás contando anécdotas cachondas y chistes ingeniosos, porque ello forma parte de tu preciada forma de ser. Se te perdona. Sin embargo, me apena informarte de que es deber de tus millones de admiradores el entristecernos por ver que tu vida, siempre tan llena de energía y vitalidad, que tu alma que tanto bien nos ha hecho, expire cayendo finalmente en un vórtice de dolor, olvido e incapacidad. Lo sentimos de veras.

Te ha tocado bailar con la más fea, y especialmente lo siento por tu familia y allegados, que verán todo el proceso con una minuciosidad casi morbosa que no le desearía ni al peor de mis enemigos. Lo sé de buena tinta, te lo aseguro.

Terry Pratchett, siempre estaremos contigo. Pase lo que pase.

Y cuando La Muerte venga a visitarte, salúdala de nuestra parte.


Sobre el tema en cuestión:

Cuando se descubrió la tragedia.


Sobre el personaje en sí:

Bibliografía de Pratchett.


Algunas citas célebres de este carismático autor:

Citas célebres.